En la mota de las Salinas del Mar Menor, uno de los límites del Parque Regional de ese nombre, extranjeros y españoles de todo origen, tipo y condición disfrutan de las supuestas propiedades curativas de los lodos del extremo norte del Mar Menor, Murcia. Familias enteras, pandillas de jóvenes, parejas, grupos de amigas y de amigos, solitarios y solitarias, veraneantes en su mayoría, se acercan allí para sanarse mediante embadurnamiento. La zona de “influencia” de los barros llega desde Cartagena hasta Torrevieja, y más allá.
Junto a los autóctonos, asturianos, manchegos, madrileños, castellanos viejos o gallegos se codean sin mezclarse mucho con británicos, nórdicos, centroeuropeos, ucranios, rusos, magrebíes y sudamericanos… y hasta algunos que vienen de más allá de donde sale el sol. En esa parte de Lo Pagán /San Pedro del Pinatar) se da la democratización internacional por excelencia de los lodazales sanadores, en una suerte de globalización muy sui generis. La creencia popular frente a cualquier evidencia científica. El happening multicultural incluye a jóvenes, menos jóvenes, mayores y más mayores que disfrutan cada verano de embadurnados pretendidamente milagrosos, o por lo menos curativos, a coste cero; sin trampa ni cartón; enfangados hasta las cejas; felices y contentos.
Tienen también su propia liturgia sanadora. De boca en boca, se cuentan unos a otros que son precisos siete baños en siete días seguidos para que el efecto sanador del lodo se produzca. Hay quien eleva a nueve las sesiones y los días necesarios.. No falta quien asegura que lo hace cuando le viene en gana o tiene tiempo y le va muy bien. Y hay, cómo no, algún pícaro bien intencionado que consigue unos euros ofreciendo consejos… sanadores, por supuesto.
La mota sirve de paseo relajante y hace de frontera entre los lodazales junto a las salinas y la ribera del Mar Menor propia del baño tradicional en cuclillas, obligado por la escasa profundidad. Desde hace ya algunos años, los bañistas de lodos y de esas aguas cálidas hasta más de treinta grados en las horas precrepusculares del verano componen el paisaje humano habitual del largo estío marmenorense junto a las tradicionales charcas de agua de las que se extrae sal marina.
Texto del autor: j.l. vidal coy
'BARRONATORIO'. EXPOSICIÓN DE FOTOGRAFÍAS DE J.L. VIDAL COY
Fechas: del 9 de septiembre al 30 de octubre
Molinos del Río
Horario: de lunes a sábado de 10 a 14h y de 17 a 20h.